"In me omnis spes mihi est" (Terencio).

5 de octubre de 2008

EN EL ARCEDÍANO

Afuera la noche está fresca. El verano ha terminado y ya se notan los primeros vientos del otoño. Octubre asoma y anuncia lluvia. Eso espero.

Dentro es lo contrario. Gente, bullicio y calidez. Quizá un poco de agobio al principio, atenuado después una vez sumergidos en nuestra charla.

Somos cinco y estamos de cervezas. Ligando que se dice aquí.

La elección ha sido fácil. Nada de pruebas. Como casi siempre estamos en el Arcedíano. Bar más que recomendable para el tapeo y el buen paladar, que tengo que localizar en una barbacana medieval de la Baeza más monumental. Aderezado con buen vino y buena gente, se convierte en un placer para el cuerpo que no siempre está al alcance de la mano.

Esta noche en que faltó el vino, hemos compensado con la mejor de las reuniones.

Rápido comulgamos con el ambiente y nadamos a favor de corriente para disfrutar los comentarios, anécdotas varias y la fresca compañía. Salpicada de bebida y comida la velada avanza certera.

Una caña que rezuma baña los labios y moja el gaznate. Carne en el plato. Croquetas y flamenquín trenzado con manos sabias, son deleite de los sentidos. Jugosa panceta ibérica. Atún de Barbate. Lacón. Embutido. Todo bien aderezado, preparado con mimo y arte, va pasando por la mesa, va pasando por el plato y nuestras manos. Buena pinta, los dedos palpan mientras el olfato nos anima, todo antes de que la lengua que saborea nos confirme las expectativas. Oídos para los amigos. Estas delicias recibidas no perduran más tiempo del indispensable sobre la bandeja.

Si forzamos las cuerdas vocales en nuestra mesa, podemos elevarnos por encima del ambiente para lograr auditorio. Una molestia que no se produce en grado superlativo. Todos hablamos, todos escuchamos. La conversación, que es amena, gira, a veces se enreda, progresa; una vez se es protagonista, luego oyente secundario. Todo en su medida. Todo a su momento. La noche se nos escapa gratamente.

Estamos saciados. La lengua y el oído prosiguen su baile salpicado de risas. La noche se gasta en un reloj que no ha querido pararse para dejarnos vivir eternamente.

Me siento feliz y completo por esta noche. Sin prisa haremos un punto y seguido.

Antes de marchar no olvidamos regar los oídos de quienes nos atienden. De bien nacidos es ser agradecidos sentencia el refrán.

Gracias Trini. Gracias Ramón

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4 comentarios:

  1. Muy bueno el articulo, aunque ya te lo he dicho en persona, pronto tendremos que repetir la ligá

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  2. Parece que el maitre está de buen año.

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  3. Ciertamente es un deleite para los sentidos. Hace tiempo, quizá demasiado, que no frecuento ciertos sitios que invitan a la degustación del buen plato, la buena bebida y , por encima de todo, la buena compañía.Y si además gozan entre sus visitantes con personalidades ilustres como el señor Cabrero o el señor A. del Rocio Puebla siento que me gustaría verme inmerso en ese bendito bullicio. Avisadme pues, avisados quedais, la próxima va de mi cuenta.

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