Desde hace un tiempo a esta parte, cada vez que oigo hablar del cambio climático aguzo el oído y me da la risa cuando lo que toca es la vertiente escéptica o la vertiente negacionista del mismo.
Yo no soy meteorólogo. Tampoco estudio el clima ni he desarrollado profundas investigaciones al respecto. No necesito leer Nature o Science para sacar alguna conclusión. Tengo los datos en la puerta de casa. Con mis propios ojos, y después de toda mi vida viviendo en la misma tierra, he visto como desde, por poner una fecha, los últimos cinco años a esta parte, los meses de septiembre, se han convertido en esperpénticas fechas que parecen anunciar el apocalipsis en forma de lluvias torrenciales en escasas horas y grandes ríos de aguas bravas que cruzan mi pueblo y según vamos a ver, otras localidades cercanas. La verdad sea dicha, es que estos fenómenos del final estival son muy conocidos y naturales, pero no se daban en zonas interiores como donde vivo jamás se habían dado. Son cosas más comunes en el levante español y sobre todo zonas costeras. Con todo esto, yo no albergo la menor duda. Hace tiempo que el cambio climático nos tiene ganada la partida por la mano.
Primero dejo un video sacado de Youtube con una recopilación de fotos de la riada del 16 de Septiembre en Ibros (Jaén).
Luego una muestra de cómo Linares, a 22 km sufrió algo parecido un mes después.