Que hoy es 23 de Abril todo el mundo lo sabe. Que es el día Mundial del libro también, pero que se le añade a coletilla de "...y del derecho de autor", seguro que lo controlan bien en la SGAE.
Lo que pinta hoy, por supuesto, es escribir, escribir de lo que sea, pero sobre todo acerca de este día del libro, y la alabanza, glorificación y apología de las virtudes de los libros y la lectura. Recalco lo segundo, que ya sabemos todo que libros hay en todos sitios, pero los lectores son menos. Pero dando un repaso por la presa, por blogs conocidos, y otros amigos, confirmo, como no podía ser menos, que el tema se ha tratado prolíficamente.
Entonces, al mismo tiempo que asumo que yo poco puedo añadir, me percato de que hay algo que comentar, y aprovechando la catarsis que me ofrece este espacio, voy a soltarlo porque me corroe por dentro.
Estoy hasta los mismísimos de ver como cada día más costumbres y tradiciones foráneas tipo Papa Noel o el dichoso Halloween, son adoptadas en este país, con la sensación de que nos hacen más guays o algo parecido, mientras que, costumbres de una belleza e interés indudable como la fijada en este día de Sant Jordi en Cataluña, donde se regalan un libro y una rosa, siguen sin extenderse al resto (casos aislados habrá). No lo entiendo y me frustra no disfrutar una tradición que me parece envidiable.
Pues precisamente estaba pensando yo lo contrario mientras veía esta noche el telediario. Hablaban de la noche de los libros, o algo así, en Madrid (y es que estos son un poco culo veo culo quiero, a los JJOO me remito) y de que regalaban botellitas de Rioja por comprar un libro en Logroño.
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