Y bien, ¡ya está aquí la Navidad!
Como bien sabemos ahora han llegado unas fechas muy especiales, entrañables que dicen algunos, y debemos tener cuidado, porque podemos meter la pata en cualquier momento si no nos concienciamos bien.
Ahora, por Navidad, toca llevarnos bien entre todos, tocan las cenas, con la familia, con los compañeros de trabajo, con la peña de amigotes - el caso es cenar; cenar con mucha gente, cuantos más mejor -, comprarnos regalos, jugar al amigo invisible, creernos que este año si nos toca la Lotería, llamar hasta el primo más lejano, y por supuesto, perdonarnos todas las rencillas, seas cuales fueren, y sin importar desde dónde vengan. De hecho, en estas fechas no vemos pelearse ni a los políticos.
Da igual lo que hagamos el resto del año, ahora, en Navidad es como un banderazo de salida donde decimos ¡ya! Desde ahora hay que llevarse bien, ¡es lo que toca!
Y luego, cuando pase la Navidad volveremos a lo que nos plazca y a lo cotidiano. Discutiremos si lo creemos necesario, ya sabremos que hay que seguir trabajando – quién pueda – porque la lotería no tocó, las familias podrán volver a estar todo lo desintegradas que les plazca, o no, seguirá habiendo crisis y nadie pensará en hacer regalos, ya no habrá que buscar momentos para quedar a cenar cada dos días con multitud de conocidos, intentaremos recortar la factura del móvil, y desde luego, ya no será necesario ser angelitos caídos del cielo y podremos ser las personas que éramos habitualmente, con virtudes y defectos que nos hacen corrientes y molientes. Nadie nos mirará raro. Además, puede que hasta estemos un poquito más estresados mientras cavilamos como cumplir las promesas que haremos antes de las uvas. Y el estrés se paga, como las imprudencias.
Cuando acabe la Navidad nadie vendrá a decirnos como debemos ser. Después de Navidad ya no será necesaria la careta... ¡hasta carnaval!
Llegará, pero será más adelante; ahora es tiempo de paz.
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