"In me omnis spes mihi est" (Terencio).

13 de agosto de 2009

CATARSIS TERMAL

Créanme si les digo que suelo ser bastante respetuoso con la mayoría de las personas que atiendo en mi trabajo, al menos lo intento, pero hoy estoy dispuesto a utilizar este espacio a modo de catarsis para limpiar algunas cosas que me suelen dejar agotado.
El anecdotario que produce la ignorancia de la gente es realmente escandaloso. Ya comenté que da para uno o varios libros. Hablo de ignorancia en el sentido explícito de la palabra y sin connotaciones de ningún tipo.
A la hora de buscar información, hay quien se acerca al asunto termal desde este desconocimiento que venimos hablando pero con la idea de que algo bueno tiene. Este subtipo de cliente asume su posición y se deja guiar. En cambio, hay quienes con una sola y triste idea en su mente, se arrojan irremediablemente a la luz que descubre un mar de ignorancia detrás de esa idea. Algunos, los hay más informados y con más conocimiento de causa, a veces pecan por no asumir que dentro de unos parámetros comunes, cada lugar tiene unas características, una concepción y sobre todo su idiosincrasia propia. Y como en cualquier lugar y ámbito, también están aquellos que rápidamente cogen onda y saben dar los pasos adecuados para lograr el fin.
El anecdotario diario se alimenta sobre todo de este desconocimiento a todos los niveles, y también se nutre de la llamada “tercera edad”, que por sus circunstancias no han tenido oportunidades para conocer, no sólo el “hecho termal”, sino también otras muchas cosas que les servirían para defenderse algo mejor por esos entresijos menos habituales de este mundo, como es el caso del agua minero-medicinal.
Lo que hoy quiero dejar claro es que todo no resulta simpático o gracioso. Mucho si, pero no todo. No es lo mismo ver como una abuelilla prudente y tímida te dice que quiere hacer un Circuito Terminal, o alguien esperanzado en que sus sesiones le produzcan Beneficios Termáticos, que ver como a las once de la noche, después de ocho horas pegado a un teléfono y ya a punto de irte, el o la espabilado de turno te llama para soltar la impactante frase de….”era para informarme del tema del balneario de qué está compuesto”, y lo peor, se queda tan a gusto porque desde ese momento deja claro que él ya ha expresado su incógnita y ahora tu, con el manual delante, le traduces. ¡Qué le digo a usted alma de Dios! ¡Por dónde empiezo!
Pónganse en mi lugar, ¿por dónde empezar? ¡Son tantas cosas!
Hasta en esas llamadas llegamos a entendernos, pero es sufrido, créanme. Yo, de hecho, ya casi tengo un protocolo establecido para llevarlos a un territorio más lógico “termalmente hablando”.
Pero si hay algo que supera mi lógica, que evidentemente no tiene por qué ser la correcta, es lo siguiente. ¿Ustedes no comprenden que no me importa nada de dónde me estén llamando, si lo que quieren es informarse? Coges el teléfono y te dicen, “Hola, llamo desde Ciudad Real y quería saber…” o también “Buenas, de aquí, de Las Casillas de Martos…” (Esa última llamada es muy grande, se lo puedo asegurar). Créanme, de verdad, ¡que no me interesa de dónde llamen! ¡Por favor, díganme qué desean! Sin más.
Y qué decir de las “llamadas aventura”. Sí, me explico. Son aquellas llamadas dónde el que llama sólo tiene el número de teléfono. No sabe ni dónde estamos, ni qué hay, ni para qué sirve, ni nada de nada. Créanme de nuevo si les digo que es habitual. Te dice algo así como…”Hola, he oído que hay un balneario. ¿Eso dónde está?.... ¿Y qué hay?....” Así hasta un interminable y agotador recorrido.
Geniales en cambio aquellos que llaman sin voluntad propia. Es como si dijeran, ¡somos todo suyos! Te dicen…“Hola, quería hacer una reserva…. ¿Para cuándo?... ¡pues, para cuando usted me diga!....” Tan contentos.
En fin, ya les digo. Esto da para mucho, pero no siempre es placentero, si bien la grandeza y la sencillez de las personas mayores casi siempre compensan todo esto que vengo diciendo.

- ¡Buenas, yo tengo reserva para Noviembre!
- Señora, hablamos del Programa de Termalismo del Imserso.
- ¡NO! ¡Hablamos de Arjona, aquí en Jaén!

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