"In me omnis spes mihi est" (Terencio).

1 de febrero de 2009

LAS LAGRIMAS DE FEDERER



Este domingo hemos asistido a un espectáculo deportivo precioso, y a una victoria de Rafael Nadal que ensancha las fronteras de su tenis, fronteras que nosotros sentimos a veces, pero que él no conoce.

Al finalizar, también asistíamos a algo mucho más grande que eso, y de una calidad incluso superior si cabe, por los tintes humanos y el carácter humilde de dos de los mejores deportistas de los últimos tiempos. Hemos asistido a la humanización de la divinidad que venía siendo Roger Federer.

Federer, el hombre tranquilo, el mejor tenista de la historia para muchos, se venía en un mar de lágrimas cuando intentaba dedicar unas palabras al público que lo idolatraba, lágrimas derramadas ante la impotencia para derrotar a nuestro Heracles mallorquín. Federer se veía nuevamente superado por un joven con tintes divinos, que es tan humano o más que cualquiera, y ha sido grande en su derrota.

Federer, sin palabras y todo lágrimas, empezaba a asimilar el relevo que hace tiempo va llegando con nombre de pintor clásico. Nadal, vendaval físico y sobre todo mental, ha ocupado su trono en el tenis con un respeto admirable, con el reconocimiento de méritos ajenos, sin enseñoreamientos ni alardes ante el amigo destronado, y con una nobleza exquisita.

La grandeza de ambos dioses tenísticos, con unos valores envidiables, los ha hecho un poco mejores en ese momento, ejemplificándonos cómo debe ser la competición deportiva, con el tesón y el esfuerzo, la humildad y el reconocimiento del adversario, la amistad y el respeto, haciendo con ello más por la educación de los jóvenes que la mayoría de los políticos de este país.

Las lágrimas de Federer nos dan ejemplo del gran campeón que ha sido y que es, y también del inmenso deportista que lleva dentro. Hoy, asiente con la cabeza mientras deja libre su trono tenístico, y sufre, sufre porque derrocha esfuerzo y entrega para ganar, y este domingo no ha podido. No le importa lo logrado hasta ahora, y como deportista y luchador que es, no vive la derrota como algo fácil. Quiere ganar, y mientras sus lágrimas certifican el cambio de época, él ya se prepara para las próximas batallas, porque aunque ya no es el Rey (tenísticamente hablando), no se dejará llevar por la inercia y habrá que ganarle cada partido hasta que se retire, como hoy ha hecho Nadal para ocupar su lugar en el Olimpo del tenis.

Las lágrimas de Federer lo hacen mejor y más grande, y representan la esencia y el espíritu del deporte. El abrazo entre ambos, y el mutuo respeto y admiración que se profesan es un ejemplo para todos.

Tomen nota otros deportistas.

4 comentarios:

  1. Interesante es ver cómo una generación de jóvenes deportistas españoles que han vivido siempre en democracia se han sacudido los complejos (y de paso la caspa)... ¿Dónde queda aquella raza española? ¿y la milonga esa de la furia?
    Si Franco levantara la cabeza, se daba con la tapa.

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  2. Ese que comentas es para mi el principal motivo, no el único, del reciente boom deportivo de este país.

    Ciertamente es un fenómeno muy interesante.

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  3. Lo vi. Me acordé de los políticos que deberían tomar ejemplo de ellos, para así dar ejemplo a nuestros jóvenes. Siento orgullo por la parte que me toca de Rafa Nadal. También me pareció bellísima la demostración de pena de Federer. También siento verguenza ajena porque en Madrid se ha demostrado empíricamente que los españoles somo los menos educados y respetuosos de toda europa. Fijémonos en la actitud de los sanos deportistas.

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  4. permíteme hacer un chiste con la frase de Julio Ramón Ribeyro.

    "Quien no conoce las tristezas deportivas no conoce a nadal...."

    estaba a huevo.

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